Sí, ya la octava edición de esta actividad. En esta ocasión, buen tiempo, despejado y casi veraniego (el termómetro a las 21:00 marcaba 22ºC), lo cual nos permitió disfrutar también de la visión de estrellas y planetas, como Júpiter con una de sus lunas.
Tras las escuchas en el punto inicial del recorrido de un autillo y un mochuelo, con dificultad ya que el estruendo de los estorninos en sus dormideros apenas dejaban escuchar nada más, fuimos a observar una pareja de cárabos con sus pollos, no muy lejos del lugar; con precaución, para molestar lo mínimo, claro. Esos volantones cubiertos aún con algo de plumón, nos recordaron a los peluches y pudimos disfrutar de su presencia con los últimos rayos de luz. 
También disfrutamos de un nido de cernícalo común que había allí cercano, cuyo macho salió volando al detectar nuestra presencia, y una vez que anocheció seguimos con nuestra ruta habitual por el carril de tierra dirección Jardín Botánico. Durante el recorrido escuchamos cárabo y mochuelo, aunque lejanos y con dificultad por la contaminación acústica del tráfico que circulaba por el puente de Abbas ibn Firnás. En la siguiente parada, jardines del paseo de la ribera a la altura del Alcazar, se detectó un mochuelo. Y ya de ahí fuimos a poner punto y final a nuestra ruta en el mesón Los Mochuelos, con la cata de los «mochuelitos» acompañados de un buen vino. 
Nos vemos en la próxima ¡¡¡