Al hilo del artículo de opinión «Ratas en los sotos» de José Javier Rodríguez Alcaide (Diario de Córdoba, 16/04/2012) y la excelente respuesta «Nutrias en los Sotos de la Albolafia» (Diario de Córdoba, 18/04/2012) por parte de Angel Blázquez, coordinador de Ecologistas en Acción Córdoba, adelantamos contenidos de un futuro Arvícola con una contribución que nos ha preparado Guillermo Contreras, también de Ecologistas.

LA
NUTRIA DEL GUADALQUIVIR, PUNTO DE ENCUENTRO CIUDADANO.
1.-
Las ciudades modernas carecen de puntos de encuentro ciudadano. El
crecimiento urbanístico ha provocado la desaparición de las plazas,
los mercados, los espacios que actuaban como foros cívicos y en los
que la ciudadanía se reunía espontáneamente para intercambiar
impresiones y formar su opinión contrastándola con la de sus
vecinos y vecinas, debatiendo en ellos los asuntos de interés
general, la actualidad política y social, los problemas propios de
las urbes. Estos espacios son vitales para construir ciudadanía,
para darle sentido al concepto de ciudad, para forjar redes cívicas,
para fortalecer los lazos afectivos de la comunidad y hacer nacer el
sentimiento de pertenencia de los miembros de la misma. Es en estos
espacios donde los hombres y mujeres de la polis han unido sus
fuerzas para acometer los grandes retos propios de la convivencia en
grandes comunidades.
Y el
mal llamado desarrollo ha destruido todos estos espacios para dejar
paso a las vías de circulación de vehículos motorizados, para
levantar centros comerciales, para sustituir el ocio por el negocio,
aún a pesar del coste en creación y fortalecimiento de su capital
humano que esto ha supuesto para las ciudades. La apropiación que ha
hecho el automóvil y el transporte motorizado de los espacios
comunitarios es paradigmática. Hace no más de cincuenta años
nuestros barrios eran un oasis de tranquilidad con multitud de
espacios en los que los niños y niñas jugábamos, los mayores se
reunían a la luz de la farola en sus sillas de enea y las parejas
paseaban buscando la oscuridad. Solo los centros comerciales y de
oficinas de la ciudad estaban cruzados por vías rápidas y
construidos a la medida del transporte motorizado. El resto de la
ciudad era una trama de redes peatonales y para la bicicleta que los
que hemos vivido ese modelo urbano añoramos para nosotros y para
nuestros hijos y nietos.
La
apuesta del poder por la velocidad y por el transporte privado y
mecanizado se ha cargado todo esto de un plumazo. Porque nuestras
ciudades, a pesar de todo, podrían haber priorizado las redes
peatonales, los carriles bici y el transporte público, dejando la
ciudad para las personas. En lugar de ello hemos desalojado a la
ciudadanía para dejar espacio a máquinas extremadamente
ineficientes que mueven 1.000 o 2.000 kilos de chatarra para
transportar 80 kilos de peso, 120 kilos en el mejor caso, pues no
olvidemos que la media de viajeros en un coche privado es de uno y
medio nada mas.
Y con
esta entrega de la ciudad al motor y al petróleo, hemos liquidado la
oportunidad básica de convivencia, el punto de encuentro.
El protagonista del río (Foto: Manuel Cruz)

2.- La
ciudadanía en Córdoba vive de espaldas al río con la excepción de
los vecinos y vecinas de las barriadas próximas a este espacio
natural, que normalmente lo conocen y valoran. Para el resto de la
ciudadanía solo ha existido el río cuando ha habido crecidas,
cuando se instaló el famoso y llamativo “Hombre Río” y ahora,
con la aparición de las nutrias en el cauce del Guadalquivir a su
paso por la ciudad. Y esto a pesar de que este espacio ciudadano
reúne unos valores paisajísticos, ambientales, de flora y fauna,
para el ocio, el paseo y la recreación, inigualables. Las márgenes
del río a su paso por Córdoba son sin duda el mejor parque urbano
posible, un sueño para otras ciudades que ya quisieran contar con un
espacio natural de estas características.
Un
parque urbano ciertamente descuidado, como denuncia reiteradamente la
plataforma de entidades vecinales, ecologistas, educativas y
deportivas “Por un Río Vivo” que se constituyó en el año 2007
para evidenciar este estado de cosas y para poner en valor este
espacio natural que la plataforma, en su manifiesto constituyente de
fecha 25 de septiembre de 2007 evaluaba como sigue:
A
su paso por la ciudad, el río Guadalquivir ofrece unos valores
paisajísticos, ecológicos y medioambientales de primer orden. La
calidad y la variedad de la flora y de la fauna que alberga el río
es excepcional y va en aumento conforme se consolida la vegetación
que progresivamente ha ido colonizando sus márgenes.
Esto
permite que este espacio pueda ser considerado como uno de los
principales pulmones de la ciudad, como una zona privilegiada para el
encuentro ciudadano, el descanso, el ocio y la recreación,
actividades a las que puede sumarse la actividad física de bajo
impacto: paseo, carrera, patinaje, cicloturismo, piragüismo, ….
A
pesar de toda esta batería de valores que desde la plataforma
subrayamos, las gentes cuyas viviendas no se asoman al río, viven de
espaldas a él y solo bajan a curiosear con ocasión de los grandes
acontecimientos o las anécdotas antes indicadas: crecidas, hombre
río, nutrias.
No ha sido raro observar pescar a la nutria en pleno casco urbano (Foto: Manuel Cruz)

3.-
La
aparición
de
las
nutrias
en
el
río
Guadalquivir
a
su
paso
por
Córdoba
ha
contribuido
a
crear
un
magnífico
y
muy
oportuno
punto
de
encuentro
ciudadano.
La
barandilla
del
murallón
de
la
zona
del
Potro
o
el
pretil
del
puente
de
Miraflores,
donde
la
nutria
se
ha
podido
observar
con
más
frecuencia,
se
han
llenado
de
vecinos
y
vecinas
que,
sin
conocerse
anteriormente,
han
compartido
esa
estremecedora
experiencia
que
es
ver
a
una
nutria
nadar,
zambullirse,
emerger
con
un
pez
en
la
boca,
subirse
a
una
roca
a
comerlo,
jugar
con
otras
nutrias,
pararse
de
nuevo
en
la
roca
para
mirar
con
curiosidad
a
toda
esa
gente
allí
aglomerada:
¿Qué
hacen
ahí
tantos
animales
humanos?
¿Qué
estarán
mirando?
¿Habrá
pasado
algo?,
pensará
el
animal
ribereño.
Pues
sí,
bonita,
pues
claro
que
ha
pasado
algo.
Ha
pasado
que
gracias
a
ti
hemos
descubierto
que
esa
corriente
de
agua
que
cruza
la
ciudad
es
un
ser
vivo
que
alberga
otros
muchos
seres
vivos.
Una
especie
de
GAIA
en
miniatura.
Un
ecosistema
complejo
que,
desgraciadamente,
no
puede
operar
de
forma
autónoma,
pues
la
acción
del
hombre
lo
ha
artificializado
completamente.
Y
hemos
descubierto
de
paso
que
hay
cormoranes,
gaviotas,
garzas
de
varios
tipos,
ánades
reales,
ocas…y
así
hasta
sumar
la
friolera
de
120
especies
de
aves
diferentes.
De
las
que,
razonablemente,
solo
podemos
conocer
a
las
más
grandes
y
menos
esquivas.
Conocer
bien
el
patrimonio
de
flora
y
fauna
del
río
exigiría
una
especialización
que
no
está
a
nuestro
alcance.
Hace mucho tiempo que la nutria convive con nosotros. Hay que aprender a observar…

Y
esta
experiencia
compartida
de
la
que
hablábamos
antes
ha
dado
como
fruto
un
contacto
humano
impensable
sin
las
nutrias.
Personas
que
antes
no
se
conocían
se
han
contado
unas
a
otras
sus
observaciones,
las
horas
de
avistamiento
más
frecuentes,
se
han
transmitido
mutuamente
información.
No
es
raro
ver
a
una
persona
asomada
al
río
avisar
a
otros
paseantes
de
que
la
nutría
estaba
allí.
O
al
contrario,
gentes
que
llegaban
al
punto
de
encuentro
preguntando:
¿Está
ahí?
¿Ha
salido
ya?
¿Cuántas
hay?
Los
fotógrafos, con sus grandes objetivos, se han apostado durante horas
para sacar la foto ideal con la luz ideal y la nutria en la posición
ideal. ¿De cuántas cosas no habrán hablado? ¿Cuántos
chascarrillos no habrán compartido? ¿En qué medida no habrán
forjado opinión sobre otras cosas al calor de una parada para
observación?
La
observación de las nutrias ha generado tertulia y demuestra cómo, a
pesar de los esfuerzos del sistema por disgregar el modo de vida
comunitario imponiendo el individualismo, la percepción del otro
como un competidor, el profundo sentir comunitario está vivo, muy
vivo y aflora siempre que encuentra las condiciones para ello.
Mientras que el sistema lanza todos sus efectivos para disolver los
lazos afectivos y sociales que dan solidez a la comunidad, ésta se
rebela y expresa su necesidad de compartir y de construir redes en
ocasiones como la que estamos comentando.
Juguetona nutria (Foto: Manuel Cruz)
4.-
Esta anécdota cívica es algo más que eso, tiene una tremenda
trascendencia, no deberíamos ignorar el mensaje que transmite: el
futuro de la ciudad, si es que tiene futuro en estos tiempos de
crisis económica, de crisis ambiental, de crisis climática, de
crisis energética, depende de en qué medida seamos capaces de
reencontrarnos con el espíritu comunitario. Resolver todas y cada
una de estas crisis es posible, pero solo si para ello la comunidad
toma las riendas, si se reconstruyen las redes de apoyo y confianza
que el mal llamado desarrollo ha cercenado, si los miembros de la
comunidad adquieren un compromiso cívico de largo alcance. ¿Podéis
imaginar el potencial de transformación social que puede provocar
que, en lugar de ver la televisión una media de tres horas diarias
(lo dicen todas las estadísticas) utilizáramos ese tiempo en
compromiso cívico? Dispondríamos de más de 120 millones de horas
diarias (somos más de 40 millones de personas en el estado español)
para imaginar, desarrollar y mantener otro mundo mejor posible.
Superar
la crisis energética, por ejemplo, enfrentarnos a un escenario en el
que no podamos disponer de combustibles fósiles, escenario que la
comunidad científica sitúa para los próximos cincuenta años, solo
será posible creando fuertes, fortísimas estructuras sociales que
amortigüen el impacto de la pérdida de bienestar que amenaza a esta
generación y a las venideras.
Estas
redes, estas estructuras, no se pueden improvisar ni armar
precipitadamente. Requieren tiempo, mucho tiempo. “Vamos despacio
porque vamos lejos” es uno de los lemas más certeros del
movimiento 15M que refleja muy bien el sentido de la anterior
afirmación. Los asuntos comunitarios deben plantearse, tratarse y
resolverse a un ritmo que la comunidad pueda seguir, de manera que la
información fluya en todos los sentidos y nadie se quede atrás,
excluido de los procesos de toma de decisiones.
Una imagen rara: escarbaduras de nutria

Y
esto
solo
podremos
hacerlo
dotándonos
cuanto
antes
de
foros
cívicos,
de
puntos
de
encuentro
ciudadano.
Como
las
orillas
del
Guadalquivir,
de
nuestro
río
grande.
Córdoba,
abril de 2012.
Guillermo
Contreras, portavoz de la plataforma “Por un Río Vivo”, miembro
de Ecologistas en Acción.

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 Agradecimientos de AEA El Bosque Animado: Guillermo por el texto, Manuel Cruz por sus fotos, que podéis buscar en su blog