El pasado día 12 de julio un compañero del trabajo recogió dos vencejos de la ventana de la casa de una señora en un pueblo de Córdoba. Parece que habían instalado el nido en el cajetín de la persiana de una ventana. El desconocimiento de la propietaria de la vivienda hizo que quisiera ahuyentarlos con insecticida.

Mi compañero al enterarse recogió
a los dos pollos y los trajo a la oficina donde me decidía sacarlos
adelante. me los llevé a casa en la caja negra de zapatos que sirvió de
transportin. Un vez en casa los instalé en una caja más grande en el
balcón. Para su alimentación aproveché la comida de mi gato, croquetas
con muchas proteínas (que es lo que estos pajarillos necesitan para su
crecimiento). Las mezclé con agua para que se ablandaran y de paso
hidrataran a los jóvenes vencejos. También busqué por internet y
encontré esta página que me pareció muy interesante y me sirvió de guía.

Además de los consejos de otro compañero con experiencia en estos temas.
Rápidamente observé la diferencia de carácter entre los dos hermanos. De ahí los nombres que le puse: Gordopilo: el más grande, muy tranquilo y buen comedor. El Rebelde Sin Causa (RSC): el pequeño, inquieto, siempre piando, picoteando al hermano y muy mal comedor.
Además del pienso de gato, también les dimos algunos saltamontes y hormigas y tras una conversación con un viejo conocido «magro de cerdo». Esto último parece que le gustaba más al RSC y llegaba a comer solo desde la pinza con la que les daba el alimento.

Lunes 18
Por la mañana Gordopilo estaba inquieto. Se movía por la caja cuando fui a darles de comer por la mañana. Estiraba las alas y se notaba que tenía ganas de volar. Lo subí a la azote, y dio un par de vuelos a 1,5m. de altura y acabó estrellándose. Esa tarde los llevamos cerca de una charca, en un espacio abierto donde por fin pudo salir volando.
Nos quedamos con el Rebelde al que aún le quedaban plumas de las alas encañonadas. Le comencé a alimentar solo con magro de cerdo que comía mejor que las croquetas de gato.

Martes 26
Justo 7 días después del hermano, lo animé a volar llevándolo a la azotea para que viera a sus congéneres que sobrevolaban a corta distancia con sus acrobáticos vuelos y chillidos. Lo intentó un par de veces y se chocó con las ramas de un arbolillo puesto que el espacio era reducido. Esa misma mañana en el descampado de enfrente de mi oficina lo saqué de la caja y lo puse en la mano. Miró al cielo durante un rato observando el vuelo de vencejos y aviones comunes, al principio temblaba un poco pero al final se animó y con un torpe aleteo inicial, remontó al cielo donde le acompañaron otros vencejos y allí lo perdí de vista.
Con suerte ahora sobrevolará por mi oficina y lo oiré por las mañanas temprano al llegar a trabajar.

Suerte bichitos ¡¡¡

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