La primera salida botánica del año programada por la Asociación El Bosque Animado (domingo 12 de enero) ha consistido en una visita al Jardín Botánico de Córdoba. En este caso se ha pretendido dar una visión de conjunto a la diversidad de varios grupos de plantas que presentan caracteres primitivos. Nos estamos refiriendo a los Pteridófitos (que incluye a los helechos como principal grupo) y a las Gimnospermas (con representantes en las instalaciones de los cuatro grupos actualmente existentes, Cícadas, Ginkgos, Coníferas y Gnetales). Para observar de una manera coherente las especies de estos grupos representadas en el Jardín Botánico la visita se ha estructurado en torno a cuatro partes diferentes con otras tantas paradas explicativas.

En el invernadero

La primera parada se llevó a cabo en los invernaderos centrales, en concreto en el módulo correspondiente a los helechos y grupos afines (equisetos y psilotáceas). Una vez dentro se procedió a explicar las características principales de los pteridófitos, incidiendo sobre todo en el especial ciclo de vida de los mismos, especialmente el de los helechos (ciclo haplodiplonte, con alternancia de una fase de tamaño insignificante –el gametofito o prótalo, haploide, y una fase diploide aparente –el esporofito, diploide- . Tras comentar algunos aspectos básicos sobre la morfología de los esporofitos (frondes, frondes jóvenes circinados, esporófilos, trofófilos, soros, esporangios, esporas, etc.) de estas plantas y hacer referencia a su gran antigüedad de aparición en la faz de la Tierra (ya existían pteridofitas en el Devónico, en la era primaria, hace unos 400 millones de años) se puso de manifiesto la gran diversidad morfológica del aspecto exterior de estas plantas sin flores. Se observaron y comentaron curiosidades sobre varias especies: a) Psilotum nudum, psilotácea tropical de distribución ibérica restringida a de una zona concreta del Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz); b) cola de caballo (Equisetum), con hojas pequeñas verticiladas; c) varios helechos de todo el mundo, como es el caso de Asplenium nidus, helecho cuerno de alce (helecho epífito), helecho arborescente, helecho real (Osmunda regalis), culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris), helecho hembra (Athyrium filix-foemina) y helecho epífito Davallia canariensis, propio de la laurisilva canaria y de los bosques de quejigos (Quercus canariensis) del Parque de los Alcornocales. Otros helechos allí observados pertenecían a los géneros Pteris (familia Pteridáceas) y Nephrolepis (Polipodiáceas), éstos últimos típicamente cultivados en macetas de los patios cordobeses.

Paredes con helechos autóctonos

La segunda parada se centra en otro grupo de “fósiles vivientes”, las cícadas (Cycadales), que cuentan con un espacio específico en el Jardín Botánico adyacente al módulo del invernadero de los helechos y de flora canaria. En este caso también se trata de plantas primitivas, dioicas (hay ejemplares machos y ejemplares hembras) con grandes hojas pinnadas semejantes a las de las palmeras y tallo único, pero ya no están incluidas entre las Pteridofitas. Las Cicadales son uno de los cuatro grupos que actualmente existen en la Tierra en el seno de las llamadas Gimnospermas, nombre que etimológicamente significa “semillas desnudas” y que hace alusión esta característica morfológica. Este hecho las diferencia precisamente de las Pteridofitas actuales (que se reproducen por esporas, no tienen flores ni semillas, y su reproducción está estrechamente ligada a la existencia de terrenos húmedos) y supuso un importante avance en la evolución de las plantas y en la colonización de las tierras emergidas. En esta parte encontramos una buena representación de especies pertenecientes al género Encephalarctos, uno de los nueve géneros de la familia Zamiáceas, además de varias especies del género Cycas, perteneciente a la familia Cicadáceas. De este género encontramos en la parte central del Jardín Botánico un espectacular ejemplar de gran porte, con varios brazos, de la especie más conocida y empleada como especie ornamental, la palma de Sagu, C. revoluta.

Cycas revoluta ¡de tres troncos!
Cycas, individuo hembra (las especies dioicas tienen los sexos separados) reconocible por la presencia del cono de importante tamaño.
las semillas son desnudas, aunque protegidos por el cono, y de gran tamaño … nos son frutos en el sentido botánico de la palabra, aunque su parte exterior es carnosa.

En las siguientes paradas se continuó con la observación de varios representantes de los otros tres grupos de Gimnospermas existentes. Tras nuestro recorrido por los helechos y las Cícadas nos dirigimos hacia la parte denominada “Escuela Botánica”, en dirección al Museo de Etnobotánica, con el objetivo de observar dos de dichos grupos, las Coníferas (el más importante en cuanto a número de especies) y las Efedráceas (Gnetales). Allí se explicó por qué se usa para este grupo el nombre de coníferas, haciendo alusión a las estructuras reproductoras denominadas conos, existiendo tanto conos masculinos como conos femeninos (en los pinos los conos femeninos son denominados piñas). Se hizo no obstante hincapié en que no todas las coníferas tienen conos o piñas, ya que en algunas encontramos estructuras denominadas estróbilos, gálbulos y arilos. Entre las coníferas representadas encontramos varias especies autóctonas en Andalucía, con varios tipos de hojas muy diferentes. Por un lado, entre las especies de hojas aciculares o lineares están los pinos (árboles monoicos cuyos conos femeninos son las denominadas piñas, allí representados por dos especies, el pino piñonero, Pinus pinea, y el pino laricio, P. nigra subsp. salzmanii), varios ejemplares de enebro de la miera (Juniperus oxycedrus) y un ejemplar de tejo (Taxus baccata). Entre las coníferas de hojas escuamiformes pudimos observar las diferencias entre la sabina mora (Juniperus phoenicea) y el araar (Tetraclinis articulata). En cuanto al grupo de las Gnetales, en esta zona del Jardín Botánico están representadas dos especies de porte arbustivo, con hojas prácticamente ausentes y tallos articulados: Ephedra fragilis y E. nebrodensis. De ellas, sólo podemos observar de forma silvestre en el sur de la provincia de Córdoba la primera.

Finalizada la visita a esta parte nos dirigimos por último al otro extremo del Jardín Botánico, en concreto al denominado “Arboretum”. Por el camino, nos encontramos con algunas gimnospermas que nos paramos a contemplar, como es el caso del pino resinero, negral, rodeno o marítimo (Pinus pinaster). Del mismo modo nos acercamos a un lateral del Jardín Botánico para observar de cerca una alineación de casuarinas, árbol del grupo de las Angiospermas con frutos semejantes a pequeñas piñas y ramitas de color verde con diminutas hojas verticiladas que aparentar ser acículas, como las de los pinos. Antes de visitar las Gimnospermas allí plantadas también le echamos un vistazo al denominado “Bosque de Piedra”, pequeña zona de acceso al Museo de Paleobotánica con algunos fósiles vegetales expuestos, algunos de ellos de grupos de Pteridófitas ya extintos, como es el caso de Sigillaria y Lepidodendron, parientes próximos a los actuales equisetos pero de talla gigante, que vivieron hace cuatrocientos millones de años, en el periodo Carbonífero de la Era Primaria. Estos fósiles están acompañados por ejemplares plantados de varias especies del género Cycas (C. revoluta y C. circinalis) y de Gynkgo o árbol de las pagodas (Gynkgo biloba), este último el único representante actual del grupo de las Gynkgoales, y considerado como un auténtico fósil viviente por su semejanza con las especies fósiles conocidas. Se caracteriza por sus hojas caducas, flabeliformes (con forma de abanico). Es una especie dioica, al igual que las Cycas. Precisamente en esta zona pudimos observar un ejemplar femenino y contemplar el gran tamaño de sus semillas, no encerradas en ningún fruto.

Tras una pausa en la cafetería del Jardín Botánico nos dedicamos a recorrer el sector del Arboretum dedicado a las Coníferas, algunas de ellas autóctonas de la Península Ibérica, pero también pudimos ver otras especies de Europa, África y Asia, entre estas últimas el abeto rojo (Picea abies), varias especies de abetos (Abies spp.), de cedros (Cedrus spp.), de sabinas (Juniperus spp.) y de cipreses (Cupressus spp.). Del continente australiano pudimos contemplar y comentar una especie, habitualmente empleada como ornamental, el pino de Norfolk (Araucaria heterophylla). Entre las autóctonas observadas la especie más interesante fue el pinsapo (Abies pinsapo), abeto relíctico que se conserva en enclaves de clima muy particular de algunas sierras béticas andaluzas (Sierra de Grazalema, Sierra Bermeja y Sierra de las Nieves). También nos detuvimos a observar las diferencias entre varias especies de pinos de España, en concreto el pino canario, Pinus canariensis (con acículas agrupadas de tres en tres), el pino carrasco (P. halepensis), el pino albar (P. sylvestris) y el pino laricio (P. nigra subsp. salzmanii), éste último ya fue visto en la parte de la “Escuela Botánica”.

Rafael
Tamajón Gómez