Mientas observaba una vieja encina en un estado de conservación bastante mediocre, un ruido atrajo mi atención. Al principio pensaba que era el roce de alguna rama con el suave viento que aún soplaba a las 11:30 del 29 de junio de 2012 en el norte de la provincia de Córdoba.

Entonces mi compañera lo vio, asomado al final del túnel la cabeza enorme de una larva saproxilófaga, probablemente y dado su enorme tamaño, de un Cerambyx . Nos quedamos absortas observando a esa masa redondeada, blanquecina y de movimientos suaves…Estaba mordiendo la madera. Nos sorprendió que permaneciera a plena luz del día y tan expuesta a posibles depredadores, entonces nos dimos cuenta de que no comía la madera, con sus potentes mandíbulas, arrancaba pequeños trozos que escupía de forma descarada hacia el exterior del túnel. Empezamos a hacer conjeturas, sobre lo que realmente estaba haciendo este animal.

Efectivamente, se trataba de un Cerambyx sp. , popularmente conocido como Gran capricornio. Este gran coleóptero habitual de las encinas y alcornoques agranda las salidas de los tuneles antes de pupar para de este modo facilitar la salida del adulto. Tras 3-4 años de estado larvario, el adulto suele emerger durante el principio del verano, a lo largo del mes de junio.

Los coleópteros llamados en general Cerambyx son unos escarabajos de gran tamaño (hasta más de 5 cm de longitud, sin contar sus largas antenas, por más de 1 cm de anchura.), muy frecuentes y conocidos en nuestros montes de encinas y alcornoques, y cuyas larvas se alimentan de la madera de estos árboles.

Existen varias especies que atacan al alcornoque, siendo las más frecuentes en Extremadura las del mismo género Cerambyx. El color del adulto es marrón oscuro, aclarándose hacia el extremo posterior. La hembra es un poco mayor que el macho, y se distingue fácilmente por la longitud de sus antenas, menor que la del cuerpo, mientras que en el macho son más largas; en ambos casos poseen 10 artejos. En la boca presenta unas fuertes mandíbulas, así como uñas en las patas, que le ayudan a trepar y a sostenerse sobre la corteza de los árboles.

Las larvas de este insecto son blancas o algo amarillentas, y de tamaño enorme (hasta 9 cm de longitud), superando en el momento de máximo desarrollo el tamaño de los insectos adultos o imagos. Su forma es cilíndrica, estrechándose hacia los extremos. Tiene segmentos corporales muy marcados y una cabeza con placa córnea negra y también con mandíbulas fuertes y aserradas. La pupa es grande y de color que se va oscureciendo progresivamente. Algunos autores dan como la especie más frecuente en Extremadura a Cerambyx welensii, siendo C. cerdo mucho más rara, aunque este punto está todavía por confirmar. La primera se caracteriza, entre otros aspectos, por su abdomen con lados bastante paralelos, mientras que en C. cerdo es más cónico.
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